25.1.21

Psicoterapia —el hacer de la psicología

Wolfgang Giegerich, 2020.

Pasaje tomado de ‘Working With Dreams’, pp. 57-66.
Traducción Alejandro Bica.


En la psicología junguiana estamos acostumbrados a interpretar mitos como la expresión de “patrones arquetipales”, patrones del movimiento del alma en momentos particulares de su vida lógica. La idea usual, entonces, es que alguno de aquellos movimientos puede ocurrir en pacientes particulares en el curso de un análisis profundo, pero quizás también de manera espontánea fuera de cualquier proceso terapéutico, un patrón en una persona, otro patrón en otra persona. Durante un largo proceso terapéutico con un paciente, el movimiento correspondiente a un mito puede ocurrir en este momento, el correspondiente a otro mito en un momento posterior. De todos modos, el lugar donde estos procesos mitológicos pueden ocurrir es el individuo. El mejor ejemplo de este pensamiento es la idea de Jung del proceso de individuación, que es concebido como un proceso que pasa a través de varias etapas que corresponden a formas mitológicas o arquetipales. A pesar de su postura verdaderamente psicológica y decididamente no personalista, Jung proyectó la tarea de la individuación en su elevado sentido (su sentido psicológico) de manera personalista y positivista sobre la gente real y dio la impresión de que es algo que tiene que ocurrir en la gente: “Si el individuo realmente no cambia, nada ha cambiado” (Letters 2, p. 462, a James Gibb, 1 de octubre de 1958). El proceso de individuación está localizado y concebido como un proceso en la gente y como el proceso de su autodesarrollo, su volverse sí mismo. En general la idea es que la meta última de un análisis profundo junguiano es para el analizado someterse a este proceso y alcanzar su individuación. Incluso está la idea de que idealmente toda la gente debería “individuarse” (en el sentido particular junguiano de individuación).

El problema no es la insistencia de Jung en la importancia de la individuación frente a la sociedad de masas moderna. Esta insistencia es bien recibida. Pero este es un interés psíquico, no un interés psicológico. El asunto psicológico de la individuación es de algún modo confundido con la necesidad psíquica de fortalecimiento del individuo y el individuo es, en el sentido de Hillman, literalizado.

Independientemente de si simplemente se muestra como patrones individuales mitológicos o “arquetipales” o como un proceso de individuación completo, pienso que esta localización en los pacientes, en personas, del movimiento que el alma atraviesa en su vida lógica, es un grave error: una violación del espíritu de la verdadera psicoterapia y de la psicología. Obviamente, al pensar de esta manera uno ha caído en la trampa clínica. La psicología se ha vuelto psicología de la gente, el estudio de lo que ocurre dentro de la gente.

Ahora bien, ciertamente no se puede negar que no es raro que en sueños se den importantes motivos mitológicos, también motivos que pueden ser vistos como momentos de lo que Jung concibió como el proceso de individuación. Pero entonces estos motivos tienen su lugar en el sueño. Son imágenes oníricas. Concluir de esto que el proceso del que ellas tratan es un proceso en aquellas personas es una falacia. Generalmente podemos afirmar que, a aparte del alma en el pensamiento religioso y en la metafísica (como parte eterna de cada persona) y a parte de la psique, el alma en el sentido de la psicología moderna no está en absoluto en la gente, en los seres humanos.

Los terapeutas pueden haber entendido que los momentos del alma no deben ser interpretados como acontecimientos experienciales y emocionales literales (es decir, acontecimientos en el nivel psíquico), sino que como acontecimientos psicológicos son eventos estrictamente lógicos (noéticos). Y aun así, incluso pueden, sin embargo, jugar con la idea de que estos eventos deben ocurrir en la gente. Entonces, por ejemplo, en la terapia de un paciente con una seria patología, después de un largo intenso trabajo que incluye la discusión de numerosos sueños y otros materiales psíquicos, se da un desarrollo maravilloso. Ellos podrían, por lo tanto, imaginar que lo que posibilitó este desarrollo y la liberación de los serios síntomas fue el movimiento lógico del alma que ocurrió en este paciente, algo así como por detrás de las escenas. En sí mismo invisible para nosotros, se muestra solo en su resultado.

Ciertamente, es muy probable que de manera invisible detrás de la escena haya estado ocurriendo algún proceso, que después, al final, uno ve el resultado bienvenido. Pero el punto es que, como un proceso que ocurre en el ser humano, fue, por supuesto, un proceso psíquico, no un proceso del alma, no un movimiento lógico. Este proceso es obviamente un cambio en la psique de la persona, en el nivel empírico, natural. Bien puede deberse, por ejemplo, a la relación terapéutica, al apoyo del paciente recibido por el terapeuta, a las interpretaciones del terapeuta, o a otros factores. Este cambio no tiene nada que ver con un cambio psicológico. Esto no significa, sin embargo, que el cambio psíquico no podría haber sido facilitado por un cambio psicológico. Si fuese así, este movimiento psicológico, como movimiento psicológico y lógico, no se puede encontrar en la gente. Buscarlo allí, como señalé, es falaz. La cuestión es, ¿dónde ocurre un proceso lógico (si es que ocurre), dónde está el lugar real de la psicoterapia en el sentido de alma de la palabra?

En este punto permítanme introducir un cuento sobre Hodja Nasreddin Un día perdió su anillo en el living. Lo buscó por todo el suelo pero no pudo encontrarlo. Así que salió al patio y buscó allí. Entonces su esposa lo llamó: “Hodja, ¿por qué estás buscando en el patio? ¡Has perdido tu anillo en el living!” Él respondió: “Oh, en el living está muy oscuro y es muy difícil ver. Aquí en el patio el sol está brillando así que es más fácil ver cosas pequeñas como un anillo”. 

“El paciente” es la versión psicológica del “patio” de Nasreddin. Para el entendimiento convencional de la psicoterapia la gente se supone que es donde hay que encontrar “el anillo”, donde tiene lugar el movimiento de la vida lógica del alma. El patio es el lugar de la luz brillante del día. El paciente es el objeto visible, obvio y tangible de la psicoterapia. Él solamente es una realidad concreta empírica. Esto es, piensa el terapeuta Nasreddin, por qué el alma tiene que ser localizada en él.

Pero no lo que los ojos pueden ver, sino lo que abre los ojos, esto es el Brahma, leemos en el Kena Upanishad.

Respecto a la individuación, ahora podemos decir que Jung, también, ¡la localizó en el patio de Nasreddin! A pesar de todos los miles de junguianos y de sus analizados, no encuentras un solo individuo entre ellos que uno podría decir que esté individuado. Esto no es porque todos ellos no hayan sido suficientemente buenos en conseguir su meta, sino, en primer lugar, porque la individuación en este sentido simplemente no tiene lugar en la gente. Jung intentó, por supuesto, anticiparse a tal objeción (la objeción que argumenta que su sentido de individuación no pude ser alcanzado) diciendo: “No hay evolución lineal; solo hay una circunvalación del sí mismo”, “la circunvalación del centro” (MDR p. 196 y 197), y “La meta es importante solo como una idea” (CW 16 § 400). Esto ciertamente va en la dirección correcta porque estas afirmaciones claramente eliminan el sí mismo y la posibilidad de un logro real de la individuación en la esfera empírica, positivo-factual. Pero el personalismo que carga al individuo con la tarea de circunvalar el centro y la ficción de su individuación, sin embargo, permanece.

Buscar procesos y eventos lógicos y así también la individuación en el sentido de Jung en lo que es obvio, en la realidad positivo-factual de la gente, equivale a un punto de vista naturalista. Es difícil entender que Jung con su sentido verdaderamente psicológico no viera en toda su vida a través de esta falacia. Para hacer psicologia, tenemos que superar la falacia naturalista. Como lo hizo explicito la alquimia, la unio naturalis necesita disolverse en el comienzo de la obra. “¡Ten cuidado con lo físico en el material!”, advertían los alquimistas. La psicología requiere que la “diferencia psicológica” sea realizada. Nuestra orientación tiene que alejarse de la realidad empírica, y esto, primero y antes que nada, también significa alejarse de la gente real. Tenemos que aprender a mirar en otra dirección. La psychê griega no está en la vida, solamente se da después de la muerte. Y en psicología, el alma no es “lo que los ojos pueden ver”. Y la razón por la que el alma no puede ser vista por lo ojos no es porque supuestamente está “adentro”, por decirlo así, escondida bajo nuestra piel, sino porque no está en ningún lugar. Pertenece, metodológicamente hablando, al “inframundo”, es Geist, “fantasma”, alma y no una positividad o un hecho empírico. Es absoluta negatividad. Necesitamos liberar la psicología a sí misma.

En contraste a eventos lógicos como patrones mitológicos, tales fenómenos como la adicción a las drogas o el alcoholismo son de hecho procesos que tienen lugar en la realidad empírica, en el cuerpo físico de la gente. Su dependencia, a parte de su aspecto fisiológico, es meramente un problema psíquico, y como tal en última instancia biológico. Por contraste, los procesos psicológicos no pueden tener lugar en la gente en el modo en que lo hacen los procesos psíquicos. Esta es la razón por la cual frecuentemente —y agudamente, aunque, por supuesto, metafóricamente (5)— Jung habló de procesos psicológicos como procesos de fondo.

La psique ciertamente es personal, cada individuo tiene su propia psique, así como cada persona posee su propio cuerpo (con sus particulares características, su fuerza vigorosa, debilidades o dolencias). En contraste a la psique subjetiva el alma es objetiva y cultural. Este fue un descubrimiento decisivo de Jung. El entendimiento junguiano de la psicología es que es en primer lugar el estudio del alma objetiva. (6) El alma es “inframundana”, absoluto-negativa. Es la lógica o espíritu rector mercurial de lo real.

Con estos comentarios hemos claramente rechazado “el patio” de Nasreddin como un lugar para buscar los procesos del alma o los movimientos lógicos. Pero esto aún no responde a la cuestión de qué es, en analogía al cuento de Nasreddin, “el living” psicológico, o qué es el “transfondo” o el “inframundo”. Si el alma y sus procesos lógicos no pueden localizarse en los individuos, ni en la personalidad empírica, si no se pueden encontrar en absoluto en la realidad positivo-factual (en el primer plano de “lo que los ojos pueden ver”), entonces, por supuesto, podría surgir la sospecha de que el término “alma objetiva” debe referirse a un trasmundo metafísico, a algo que está completamente fuera de este mundo. El alma parece pertenecer a una tierra de nadie flotando libremente en lo alto sobre la esfera de la experiencia humana.

Verlo de esta manera sería un burdo malentendido, por la simple razón de que no sería otra cosa que la reversión de la posición positivista en su opuesto (la misma cosa, pero ahora con un signo negativo delante de ella) y como tal aún permanecería fundamentalmente atada a la experiencia del mundo positivista. Lo que se necesita entender es que con el alma como alma objetiva no solo hemos dejado atrás el foco en la gente empírica y en la realidad empírica, sino también todo pensamiento metafísico. El alma requiere la doble negación (7) de la realidad empírica. Es, usando la frase de Hegel, un mundo invertido, un segundo mundo suprasensible: algo muy concreto y sin embargo no se refiere a algo positivo-factual. Qué sea necesita ser explicado.

La concepción esencial de James Hillman fue que el objetivo de la psicología es “hacer-alma”. El término “hacer” en “hacer-alma” implica que, para empezar, el alma no existe. Es absoluta negatividad. Por lo tanto tiene que ser HECHA, producida, a fin de que llegue a la existencia. De esto se desprende que si nuestra tarea como psicólogos es hacer alma, esto significa que tiene que volverse de alguna manera real en la realidad empírica. Tenemos un dilema aquí: el alma o el movimiento lógico debe ser mantenido fundamentalmente a parte de la realidad empírica y entendido como un “trasfondo” o proceso “inframundano” o “absoluto-negativo”, y aun así debe ser hecho real en la realidad empírica (lo cual también significa que no puede localizarse detrás o arriba del mundo en un reino metafísico).

¿Cómo puede el alma y sus movimientos lógicos volverse real sin perder su cualidad de trasfondo “ultramundano”, es decir, “fantasmal”? La respuesta es: hacer-alma es hacer-psicología y ocurre en la consciencia, no en estados empíricos o en las condiciones de la gente. No es el hacer del alma en los individuos, en los pacientes, en nosotros mismos, ni el cultivo de un alma supuestamente existente a priori en la gente. Hillman tomó el término hacer-alma de los románticos, de Blake y de John Keats, y el último, como dice Hillman, clarificó la frase en una carta diciendo: “Si quieres llama al mundo, ‘El valle de hacer-Alma’. Entonces sabrás para qué sirve el mundo”. (8) De modo que desde el principio la idea de hacer-alma se relaciona con el mundo real de ahí afuera. Este, el mundo, es el lugar donde el alma ha de ser hecha, no dentro de la gente, como su autodesarrollo, ni en nosotros. Sin embargo, la manera en que es hecha en el mundo, en lo real, y por lo tanto también en los sueños, no es de manera física, sino noética: Cuando el alma ha sido hecha con éxito, entonces el resultado es psicología, como una psicología del alma, como pensamiento y entendimiento realmente psicológico. La psicología es la forma del ALMA como real, como realizada. La psicología es el lugar donde nuestro anillo del terapeuta Nasreddin necesita ser buscado.

Esto, al mismo tiempo es la solución del dilema del que hablamos, porque la psicología es

1. en sí misma absoluto-negativa, porque consiste solo de ideas, imágenes, y concepciones. No es una positividaad, ni nada que los ojos puedan ver, nada físico o encarnado, nada que podríamos señalar. Solo existe en la mente y es algo lógico, algo noético, algo que se acaba de pensar. Como tal es “fantasmal” por decirlo así. Y aun así,
2. cuando la psicología de hecho ocurre, es, por supuesto, algo real en el mundo temporal empírico. Cuando ocurre, es un evento real en la consciencia, en la consciencia de personas particulares, y como evento ocurre siempre aquí y ahora, en la tierra, no en un más allá literal, en un reino metafísico o en un inframundo literal. De modo que el alma se hace realmente cuando MI o TU estilo de pensamiento, la constitución lógica de MI o TU consciencia se ha vuelto una consciencia realmente psicológica. 

Cuando discutimos mitos como representaciones de momentos particulares de la vida lógica del alma, por ejemplo cuando interpreté el mito de Acteón y Artemisa (9), yo no intentaba presentar un modelo para entender procesos psíquicos en pacientes. Hablaba de algo completamente diferente. Elaboré en detalle lo que es la lógica de la psicología o de una consciencia psicológica, es decir, una psicología en el sentido estricto como una psicología con alma. En otras palabras, hablaba acerca de nosotros como psicólogos, psicoterapeutas y de como nosotros podemos aprender a pensar realmente psicológicamente. Tal exposición no tiene nada que ver con el paciente o con la fenomenología psicológica. El “evento lógico” que estás buscando ocurre cuando la constitución lógica de tu CONSCIENCIA se ha vuelto psicológica, cuando ella ha atravesado, por ejemplo, el desmembramiento dionisíaco que expuse en ese libro. Entonces tu entendimiento de los sueños y de los síntomas del paciente puede también ser un entendimiento realmente psicológico. El foco no debe estar en el paciente y en lo que ocurre en él (ni en ti mismo como persona que desea atravesar el proceso de individuación), sino sobre tu propio entendimiento del material del paciente. La cuestión siempre es: ¿veo lo que veo de manera realmente psicológica?

¿Qué significa esto para la práctica de la psicoterapia? Cada sesión de terapia tiene que ser vista como una oportunidad de crear psicología siempre de nuevo al intentar ver el material psicológico (los síntomas, los sueños, fantasías, etc.) de manera verdaderamente psicológica. Cada vez que veo a un paciente y me veo confrontado con un sueño es una invitación para mí como terapeuta a dar nacimiento a la psicología aquí y ahora a través de mi intento de entender el material psicológico de manera realmente psicológica, es decir, desde el punto de vista del alma y no en términos de la realidad práctica. Si tengo éxito, entonces hice psicología (e ipso facto también hice alma).

Esto implica, por supuesto, que el significado de la palabra “psicología” se ha vuelto fundamentalmente diferente del entendimiento convencional. Comúnmente, entendemos por psicología un cuerpo permanente de conocimiento científico acerca de lo que ocurre psíquicamente en la gente, así como el conocimiento sobre técnicas para tratar a la gente. Pero la psicología en nuestro sentido no es una ciencia, no es una doctrina dada a ser aplicada a cada caso y a cada fenómeno psíquico.

Cuando entro en una sesión de terapia, no traigo ya conmigo una psicología terminada. No, entro en la sala de terapia como un hombre civil común o como ego-personalidad. Pero luego, en la sala de consulta, tengo que intentar crear, producir, psicología desde cero en cada sesión y respecto a cada fenómeno psíquico aquí y ahora a través de mi trabajo de entendimiento o de interpretación. Más que ser una ciencia, la psicología es performativa, pura actuosidad, es decir, está en el hacer. Solamente está en mi lograr realmente, y en el lograr realmente del paciente o de cualquier persona, aquí y ahora, un entendimiento psicológico de algo. La psicología es el acontecimiento momentáneo de un pensamiento psicológico exitoso de una persona acerca del tema que sea.

Y la psicología solo existe mientras dure este Ahora, al igual que el sabor del vino o de una comida solo existe mientras los saboreas, o una sinfonía mientras uno realmente la escucha. Cuando la comprensión psicología real se ha acabado, vuelvo a caer en mi ego-personalidad ordinaria.

El alma solo puede ser hecha en concepciones realmente psicológicas o como concepciones realmente psicológicas. E incluso si mi obtención de tales concepciones tiene lugar en mi y por lo tanto es un evento psíquico, sin embargo aquello de lo que trata, su contenido, el movimiento lógico particular, es la aparición de la psicología y no ocurre en mí o no me ocurre a mí. Solamente soy el lugar donde este entendimiento psicológico realmente aparece. El movimiento lógico mismo no es mi desarrollo personal. Es su auto-desarrollo, su auto-desplegarse para su propio propósito. Es suficiente por sí mismo. Todo lo que necesita (y lo necesita de mi) es volverse realizado y visto realmente como una verdad. Pero habiendo aparecido en la realidad, sin embargo habita en la esfera supra-personal y supra-empírica del pensamiento psicológico genuino y en la esfera del Geist, de ideas, conceptos. Como tal, pertenece a la generalidad al mismo modo que pertenecen a la generalidad los rituales, símbolos, la Misa Católica y la Divina Comedia de Dante. Es del mismo modo que, por ejemplo, en matemáticas, donde mi entendimiento de que la suma de los ángulos en el triángulo es 180 grados, es, ciertamente, mi entendimiento personal, pero lo que trata no tiene nada que ver conmigo, sino que pertenece a cualquiera y a nadie. Obtener concepciones psicológicas significa algo como el ser uno mismo momentáneamente “iniciado” en una verdad anímica general autocontenida como una verdad del alma objetiva.

La psicoterapia necesita superar su fijación estrecha sobre la persona del paciente, el enfoque personalista. No es la persona la que necesita desarrollarse o la que necesita volverse “sí mismo” en el sentido elevado de Jung. Es la psicología la que necesita desarrollarse y volverse sí misma. Ella es la que necesita avanzar más y más a través de concepciones psicológicas cada vez más profundas. La psicología necesita refinarse (destilarse, sublimarse) y elevarse a niveles más altos de sí misma a través de nuestro trabajo sucesivo psicológico. Por ejemplo, pensando en el motivo del desmembramiento dionisíaco del modo en que lo intenté exponer interpretando el mito de “Acteón y Artemisa” en The Soul’s Logical Life, podemos decir que cada vez que de hecho ocurrió la psicología real en una sesión de terapia ES el momento de un desmembramiento dionisíaco cumplido: porque en este momento de hacer-alma real, paciente y terapeuta, estas dos ego-personalidades, se han realmente disuelto y desaparecido en la absoluta negatividad de la psicología, que ahora es, por este momento, la realidad real.

(Como un aparte, permítanme mencionar que para esta disolución de las ego-personalidades de paciente y terapeuta podemos recordar el famoso ciclo zen-budista de las imágenes llamadas las diez imágenes del pastoreo de bueyes. En la octava imagen, tanto hombre como buey desaparecen; solo hay el círculo de la nada primordial. Formalmente, es una situación similar, porque en ambos casos los seres concretos empíricos, paciente y terapeuta u hombre y buey, han desparecido y la negatividad absoluta ha sido alcanzada. Y sin embargo hay una diferencia fundamental. En la imagen budista, hay nada total, vaciedad total: ontológica o cosmológicamente y semánticamente. En el caso de la psicología la negación es negación determinada: no nada en absoluto, sino algo que es, por supuesto, absoluta negatividad, pero sin embargo algo concreto, el momento de esta interpelación psicológica exitosa como el momento de la realización del alma.)

Después de lo que dije acerca de la tarea del hacer-alma o del hacer-psicología como un propósito en sí mismo podrías, por supuesto, objetar y preguntar: ¿Pero qué hay acerca del paciente? ¡El paciente no va a terapia con el propósito de hacer psicología! El paciente quiere recuperarse y curarse o desarrollarse por sí mismo. ¿No está tal enfoque en psicoterapia, como el que describí, completamente desconectado, en el aire, no es meramente un juego al servicio de sí mismo?

Si, por supuesto: hacer alma o hacer psicología es prácticamente inútil. No tiene propósito afuera de sí mismo, no tiene agenda o programa para el ego. Es exclusivamente su propio propósito. De modo que tenemos un conflicto real de intereses. ¿Cómo podemos resolverlo?

El terapeuta junguiano también quiere ayudar al paciente y quiere que sea curado. Pero como psicoterapeuta él cree —y la experiencia terapéutica también muestra— que el paciente es precisamente mejor ayudado cuando uno no se enfoca directamente en él o en ella y en su patología y en su mejora, sino en cambio cuando uno pone entre paréntesis y suspende esta primera intención, reduciéndola a un momento sublado dentro de una intencionalidad más alta, atendiendo de este modo al “alma”. La convicción del terapeuta es que lo que sobre todo necesita el paciente es volver a conectar con la vida autónoma del “alma”.

El problema real de la persona neurótica es, sobre todo, su marco mental: el punto de vista limitado, utilitario, egoico hacia la vida, el pragmatismo técnico. La persona está estancada en su mentalidad egoica. El interés de la psicoterapia tiene que ser, en primer lugar, el de recuperar un horizonte más amplio, un sentido para los intereses más profundos que el de los intereses prácticos inmediatos de la vida cotidiana, los problemas de las relaciones personales en el sentido estrecho, la curación de los síntomas del paciente, la solución de sus problemas. La terapia debería ser su liberación de la posición egoica, del aprisionamiento cerrado, estrecho en su propio ego y de lo que se propone a comprometerse. La terapia debería volver a abrir para él un acceso a la dimensión del alma.

El factor central terapéutico es la experiencia de hacer psicología real y no la aplicación de técnicas y de conocimiento psicológico a los pacientes y a sus trastornos. Jung una vez dijo,

“El interés principal de mi obra no está preocupado por el tratamiento de la neurosis, sino más bien con el enfoque hacia lo numinoso. Pero el hecho es que el enfoque a lo numinoso es la terapia real y en la medida en que atiendes la experiencia numinosa te has liberado del curso de la patología”. (Letters 1, p. 377, a Martin, 20 de agosto de 1945.)

En términos formales, esta declaración confirma lo que propuse aquí: Jung se aleja decididamente del foco directo en tratar a la gente y ve la terapia real en la apertura, para el paciente, de lo infinito.

De todas maneras, esta cosa particular que para Jung abre lo infinito es “lo numinoso”, y esto es incompatible con un enfoque realmente psicológico. El optar de Jung por lo numinoso se debe a su deseo egoico indiosincrásico, o a su necesidad de rescatar la religión en la modernidad, o más precisamente no la religión en sí misma, sino en realidad meramente el principio general y la forma abstracta, el estadio cero, de la religión. En la medida en que lo numinoso se supone que es el factor terapéutico real, la psicología desertaría de sí misma, yendo en la dirección de la trascendencia literal, de la “religión” y la “metafísica” (en el sentido amplio de la palabra), de alguna manera en analogía al viaje del chamán hacia el mundo sobrenatural. El concepto de “lo numinoso” equivale (incluso si solo está implícito y no es reconocido) a una hipóstasis de este “lo numinoso” como algo objetivamente existente, que se supone que es la realidad trascendente detrás de la experiencia psíquica personal. Y por el otro lado esto apela a la emoción humana en el nivel literal experiencial, al sentido de asombro de lo indecible, el estar de uno asombrado y sobrecogido por un misterio completamente incomprensible —este es su tributo al nihilismo—, y la pérdida de conocimiento sobrio y concepción lúcida. Si confiara en la experiencia de lo numinoso como el interés principal de su obra y el factor terapéutico real, la psicología, de un modo irresponsable, se volvería culpable de mistificación.

Sin embargo, si en la afirmación de Jung de más arriba (10) reemplazamos el término “lo numinoso” por “hacer-alma” o por “hacer-psicología”, podemos sostenerla y aún así permanecer fieles a nuestra profesión.

Que el compromiso de hacer-alma como hacer-psicología es “la terapia real” es especialmente verdad en el caso de la interpretación onírica. Durante varias décadas conduje seminarios de sueños para colegas o para candidatos de entrenamiento. El estilo de estos seminarios ha sido que un participante presentara dos o tres sueños breves de uno de sus pacientes sin ningún dato anamnésico. Solo el sueño desnudo, excepto por, quizás, una breve información adicional sobre el año y el sexo del soñador (pero incluso no siempre). Entonces, después de una larga inmersión en los sueños sobre una base textual, se le preguntaba al analista del soñador si lo que se había encontrado a través de la exposición del sueño encajaba en su experiencia del paciente, y la respuesta usualmente era que la exposición dejaba al descubierto, para el terapeuta, la psicología más íntima del paciente y quizás incluso le ayudaba a ver al paciente y al proceso terapéutico bajo una nueva luz. Lo que hice en las sesiones de los seminarios fue permitir que los sueños —indirectamente, involuntariamente— reflejaran la psicología de los pacientes, más que usar lo que ya conocía del paciente para entender los sueños.

¿Qué hace que la psicología sea de importancia central para la terapia? La experiencia del acontecimiento de la psicología es liberadora. La realización de la verdadera psicología es la liberación del alma, es, hablando alquímicamente, la liberación del espíritu Mercurius de su aprisionamiento en la materia, en lo físico, lo cual para el último Jung no es nada menos que la meta última de la psicología (concebida alquímicamente). Y esta liberación del espíritu Mercurius es también para el paciente la apertura de un espacio hasta ahora desconocido. Esto objetivamente libera su consciencia, al menos momentáneamente, de su esclavitud al ego, y a la personalidad del paciente de su enredo en los deseo y concepciones naturalistas egoicas. Equivale a un cambio fundamental de la constitución lógica de la consciencia. El acontecimiento de la psicología es un momento de verdad, de liberar fenómenos del alma (y por lo tanto también síntomas) en su verdad. Es la liberación del alma que ha estado sumergida y enterrada en los complejos psíquicos o proyectada sobre/identificada con realidades literales o intereses prácticos. Cuando, por ejemplo, en la interpretación de un sueño en una sesión particular, sucede realmente el hacer-alma como hacer-psicología, en otras palabras, cuando la psicología realmente sucede como la liberación del sueño en su verdad, entonces esta ES la experiencia de un momento real de infinitud.

Es un momento de infinitud no en un sentido grandioso, ni como algo espectacular, como una experiencia abrumadora misteriosa y asombrosa. Esta infinitud es tranquila y sobria. Nada inexpresable. Simplemente absoluta negatividad. La verdad en la cual el sueño es liberado es intelectualmente comprensible, una concepción lúcida.

En conexión con esto podríamos recordar la cita de Jung del dicho de Schiller: “el hombre es completamente humano solo cuando juega” (CW 16 § 98), o, traducida de manera diferente como “solo es completamente hombre como está jugando” (CW 6 § 171). Y lo que Jung le añade a esto: “Mi objetivo es producir un estado en el cual mi paciente comienza a experimentar con su naturaleza —un estado de fluidez, cambio y desarrollo en donde nada queda eternamente fijo e irremediablemente petrificado” (CW 16 § 99). El compromiso con propósitos fijos es lo opuesto a la libertad de juego. Como terapeuta uno no debe tener ningún propósito en el sentido estricto de la palabra, sino solo el interés libre, sin propósito, en lo que se muestra psicológicamente. Y es la tarea de la terapia ayudar al paciente gradualmente, mediante el hábito en el curso del análisis, a adquirir esta libertad para sí mismo y hacia su vida.

La psicoterapia no es el tratamiento de los pacientes; no es medicina. No tiene la intención de curar a la gente. No desea hacerle algo al paciente, intentar cambiarlo. No tiene interés en la eficacia. Porque entonces sería (a) un proyecto tecnológico y (b) una traición al interés en el alma en su negatividad absoluta a favor de la positividad de la gente visible, tangible y los resultados prácticos. Uno estaría perdido en la externalidad. La psicoterapia es el intento de posibilitar al paciente a verse a él mismo y a su vida psicológicamente. Si esto ocurre, de acuerdo al entendimiento junguiano de la psicoterapia, es la cura real del paciente.


Notas

5. Metafóricamente, porque el alma no tiene lugar en la realidad espacial.

6. Jung frecuentemente usa la frase “psique objetiva”, pero se refiere a lo que yo, por hacerlo más claro, llamo el “alma objetiva”. Si uno distingue, como usualmente lo hago, aunque no sea de manera consistente, terminológicamente entre psique y alma y entendiendo psique como algo que pertenece a cada ser humano como su propiedad privada, entonces “psique objetiva” equivaldría a una contradicción en los términos: una psique objetiva subjetiva.

7. Una doble negación análoga, aunque sobre una base filosófica muy diferente, se expresa en el dicho de Nietzsche: “Nos hemos deshecho del mundo verdadero: ¿qué mundo permanece? ¿Quizás el aparente? … ¡Pero no! ¡Junto con el mundo verdadero también nos hemos desecho del aparente!” Friedrich Nietzsche, “Wie die ‘wahre Welt’ endlich zur Fabel wurde”, en su Götzen-Dämmerung.

8. Ver James Hillman, re-Visioning Psychology, New York, Evanston, San Francisco, London (Harper & Row) 1975, p. IX.

9. W.G., The Soul’s Logical Life: towards a Rigourous Notion of Psychology, Frankfurt am Main, Berlin, Bern, New York, Paris, Wien (Peter Lang) 1998, 5ta edición 2020. Consultar Acteón y Artemisa: La representación pictórica de la noción y la interpretación (psico-) lógica del mito.

10. Una afirmación que en el modo en que se expresa es sin embargo probablemente aún muy audaz.