1.10.14

El sentimiento como un puente al alma

Por Wolfgang Giegerich, 2008.

Pasaje tomado de “Psychologie larmoyante: Glen Staler, for example. On psychology’s failure of face the modern world”, artículo publicado en Collected english papers, volume IV, The Soul Always Thinks.

Traducción Alejandro Bica.


Jung fue capaz de sentir en un sentido psicológico, objetivo (de sentir lo real que vio, o de sentir en lo real), e hizo uso de su potencial para sentir. El sentimiento en el sentido psicológico es una función racional (Jung), un “juicio de gusto” (Kant), y no debe ser confundido con los sentimientos que nosotros tenemos, con nuestras emociones, con el sentimentalismo, con nuestro agrado o antipatía subjetiva, todo lo cual son meramente eventos psíquicos y no psicológicos. El sentimiento en este sentido es lo que tiene el poder de conectar la consciencia moderna con el alma-en-lo-real cruzando la brecha de nuestra fundamental alienación de ella. La capacidad de sentir es el puente a través de la diferencia psicológica, el puente también a través y más allá de nuestros sentimientos subjetivos positivos o negativos, de manera que podamos llegar a estar abiertos al corazón de lo que es (1). El sueño no es la vía regia al alma, porque el material del sueño sólo es un hecho o evento psíquico y per se aún no es psicológico. Los textos de sueños pueden ser vistos muy desalmadamente. Psicológicamente, los sueños como tal no merecen ningún privilegio. No, la vía regia al alma y el sine qua non de una percepción psicológica de las cosas (de hacer alma cuando encaramos un texto de sueño dado, una patología, símbolo o situación) es sentir como un “juicio de gusto”. […] Fue su poder para sentir lo que le posibilitó a Jung percibir [en ciertos desarrollos] el alma y nuestro propio Otro, incluso a pesar de su adveración personal hacia ellos.

¿Por qué el sentimiento tiene la capacidad de realizar el milagro de permitirle a uno percibir o intuir el lapis en lo que, después de todo, aparece en exilis (despreciado) y completamente vilis (común), si no repugnante y con forma patológica? ¿El milagro de este lado, del nuestro, el lado psíquico, abriendo nuestros ojos a lo psicológico, a la vida del alma, a la verdad interior contenida en lo que está más allá, ahí afuera, es decir, a lo que hay en un desarrollo particular de nuestra civilización, o en un texto de sueño dado, y escondido bajo su forma externa, abstracta, positivo-factual, incluso quizás sin sentido? ¿Por qué el sentimiento es capaz de abrir un primer acceso para la consciencia empírica a lo que ipso facto, y sólo ipso facto, se vuelve una materia prima, es decir, la materia con la que el pensamiento psicológico puede entonces comenzar a trabajar, siendo interiorizada absoluto-negativamente dentro de sí misma?

La razón por la cual el sentimiento tiene el poder de ser la llave de la puerta al alma es que el sentimiento, el tipo de sentimiento acerca del cual estoy hablando, es ese modo en el yo empírico en el cual el yo con sus intereses iniciales egoicos de supervivencia (2) ha desaparecido, ha aprendido a guardar silencio—ha muerto como “el ego”. El sentimiento es el embajador, el aliado, el abogado, “la quinta columna”, del alma en la persona empírica, o, como lo puse antes, el vicarios animae. Y como tal es la copula, el ligamentum o vinculum en el sentido de la alquimia, entre el hombre empírico (yo) y el alma […] así como entre la realidad positivo-factual y el espíritu Mercurial “aprisionado” en esa realidad.

Entre los fenómenos coexistentes en el mundo hay muchos que externamente, en cuanto a lo que concierne a su apariencia fenoménica o a su “semántica”, pueden verse bastante parecidos. En tal caso necesitamos una capacidad cultivada para sentir, sentir profundamente, a fin de separar la paja del trigo, es decir, diferenciar lo que es, en un sentido psicológico, “grande” de lo que es “pequeño” (3), lo que es una expresión auténtica del alma (que realmente tiene profundidad de alma, dignidad de alma; que realmente es nuestra Verdad) de lo que, a pesar de una posible similitud en cuanto al contenido, es tan sólo una producción humana, demasiado humana. Una descripción de lo que uno ve no ayuda. Es como en la crítica artística o literaria. Una obra verdaderamente grande por un lado y alguna otra obra quizás popular, pero sin embargo común o superficial por el otro lado, pueden tener un contenido y mensaje muy similar, pero el rango fundamentalmente diferente de las dos obras no se puede discernir sobre esa base. Hace falta sentimiento (objetivo)—el poder del juicio estético, un juicio de gusto bien diferenciado.

El sentimiento es lo que nos conecta al alma, es lo que puentea la brecha cruzando la diferencia psicológica, pero como un juicio, el juicio de gusto, sólo puentea esta brecha siendo un acto de romper, de separatio, manteniendo a parte, concretamente estableciendo primero esta diferencia psicológica que vincula, la diferencia entre los fenómenos “pequeños” y “grandes” o (dentro de uno y el mismo fenómeno) entre “lo pequeño” y “lo grande” en ello, es decir, entre el primer plano empírico, positivo-factual del fenómeno y su profundidad de alma (la “tierra interior del alma”). En el sentimiento, unir y separar con equiprimordiales, dos lados de uno y lo mismo. Conversamente, esto nos permite ver que la diferencia psicológica tiene su origen en un acto de sentimiento.


Notas

1. En su tipología, Jung distinguió la función pensamiento y la función sentimiento como funciones racionales respecto a la percepción y la intuición como irracionales porque las últimas suministran a la consciencia con nuevos datos, mientras que las primeras sólo procesan o evalúan formalmente los datos ya disponibles, cada una en su propia manera diferente. Mi término sentimiento es diferente. Lo llamo “racional” principalmente para mantenerlo a raya de cualquier sentido de emoción o sentimentalismo, y para mi no es una función que meramente procesa o evalúa (por ejemplo, de acuerdo a las categorías “bueno-malo, agradable-desagradable, etc.” las cuales siempre están mesurando desde el punto de vista del ego), sino que también hace accesible algo nuevo y, al proveernos de esta manera con un nuevo “input”, también tiene por lo tanto un tipo de aspecto “irracional”. De todas manera, este nuevo material no es, horizontalmente, un nuevo dato empírico como en el caso de las funciones de la percepción y de la intuición, no es “lo que los ojos pueden ver”, sino que, verticalmente, es una nueva dimensión (“lo que abre los ojos”), la dimensión profunda de lo que ya ha sido puesto a disposición por la percepción o la intuición. El filisteo y el amante del arte pueden ver la misma pintura. Pero la capacidad para sentir hace accesible al amante del arte, en la misma pintura vista por ambos, algo que para el filisteo simplemente no existe.

2. Supervivencia en el sentido más amplio, incluido el interés en la elevación y el embellecimiento de la vida.

3. La distinción entre lo grande y lo pequeño ocurre en CW 10 § 367.