17.5.18

Laberinto de espejos

Por Wolfgang Giegerich,
2018

Pasaje tomado de 'Pitfalls in Comparing Buddhist and Western Psychology. A Contribution to Psychology's Self-clarification', p. 84-87.

Traducción: Alejandro Bica.


Yo hablo del “alma”. Pero siempre he insistido en que el alma no existe. No es una entidad, ni “un sustrato”, una “estructura psíquica”, ni mucho menos una “ousiadetrás de la fenomenología psicológica. Lo que existe—para la psicología (34)—es sólo esta fenomenología (los mitos, símbolos, síntomas, ideas, enunciados metafísicos) como un hablar sin ningún sujeto hablando, sin ningún “hablante” existente de cuya expresión podría ser esta fenomenología. Por lo tanto, cuando hablo de “la vida lógica del alma” o uso formulaciones similares con las palabras “del alma” en ellas, el genitivo es explicativo, no uno que nombre una entidad existente que es el agente que produce esta vida lógica. No hay dos: una sustancia o sujeto y su atributo, el alma y la vida lógica que le ocurre o que atraviesa. La “vida lógica” es todo lo que hay, y es vida de alma.

En la cita en la cual Jung rechaza radicalmente la posibilidad de hacer afirmaciones sobre una ousia postulada (34-2), la razón que da para esta imposibilidad fue sólo una pequeña pista de su concepción fundamental de la dificultad y naturaleza singular de la psicología. La psicología no puede ser una ciencia, a la manera en que la física o la química y la biología (y, por supuesto, la neurología) son ciencias. La psicología, dice Jung,

“carece de la inmensa ventaja de un punto arquimédico tal como el que disfruta la física. … La psique … se observa a sí misma y sólo puede traducir lo psíquico a lo psíquico. … No hay ningún medio en el que la psicología se refleje: sólo puede retratarse a sí misma en sí misma, y describirse a sí misma. … [Al describir las ocurrencias psíquicas] no nos hemos apartado en términos científicos a un plano que de algún modo esté por encima o al lado de los procesos psíquicos, ni tampoco lo hemos traducido a otro medio.” (CW 8 § 421, trad. modif.)

Debido a que como psicólogos tenemos exclusivamente la fenomenología psicológica hacia la cual ir (los “enunciados metafísicos” (34-3), las imágenes de sueños, las fantasías y alucinaciones de pacientes, las imágenes míticas o arquetipales, nuestras propias convicciones), en psicología, por lo tanto, no tenemos ningún estándar externo fijo y medida a través del cual juzgarla; nos movemos, por decirlo así, dentro de un laberinto de espejos. Nunca arribamos a “hechos” sólidos, tal como “el lecho de roca de lo biológico” de Freud. Estamos completamente “envueltos por imágenes psíquicas” (CW 8 § 680). Sólo materia imaginal. Como Hillman señaló, incluso las historias de casos de los analistas, al igual que las historias contadas por los pacientes acerca de sus vidas, son “ficciones empíricas”. (35) Las imágenes o los enunciados del alma no tienen un ancla fuera de ellos mismos, ni referente externo, ni sustrato (tampoco una personalidad de sustrato, ni un alma, mente o “inconsciente” existente como sustrato o agente). Los enunciados sólo se exponen a sí mismos. Las imágenes sólo versan acerca de lo que ellas mismas muestran.

Incluso nuestras interpretaciones psicológicas por lo tanto simplemente añaden nuevos fenómenos psicológicos a la fenomenología psicológica con la que estamos rodeados sin escape, en lugar de proporcionar un verdadero descubrimiento del significado oculto de las imágenes. Añaden simplemente “incluso otra concepción” a la concepción presentada por la imagen o el enunciado mitológico/metafísico y por lo tanto “explican” (si es que uno aún quiere llamarlo así) sólo “ignotum per ignotius” (p. ej., CW 17 § 162), lo desconocido por lo más (o al menos igual) desconocido. Tanto el fenómeno psicológico a ser explicado o interpretado como la interpretación o “explicación” dada están en el mismo nivel. La interpretación psicológica no es lógicamente “superior”, como un metalenguaje. La relación entre los dos no es como la que existe entre problema y respuesta, o misterio y solución, o síntoma y diagnóstico. Ambos son fenómenos psicológicos. La psicología, por consiguiente, dice Jung,

“inevitablemente se mezcla con el proceso psíquico mismo. Ya no puede distinguirse de este último, y por lo tanto se convierte en él. … en el sentido más profundo no es una explicación de este proceso, porque no hay explicación de este proceso que no sea otra cosa que el proceso viviente de la psique misma” (CW 8 § 429).

Y “… cada proceso psíquico […] es en sí mismo ‘teoría’, es decir, visión [un ver o contemplar], y su reconstrucción, en el mejor de los casos, es sólo una variedad de la misma visión” (CW 17 § 162, trad. modif., las itálicas son de Jung). ¡Una variedad de lo mismo! En el mejor de los casos una “amplificación”, o si no una simple asociación subjetiva. ¡No una explicación! En psicología flotamos en el océano de imágenes y concepciones. No hay tierra firme en ninguna parte. (35-2)

Uno podría tener la impresión de que el hecho de la psicología de estar inevitablemente encerrada dentro de un laberinto de espejos e imágenes o concepciones, sin ninguna posibilidad de establecer nunca hechos científicos positivos, es una desventaja impuesta sobre ella, quizás como un mal destino. Pero esto sería completamente equivocado. No es precisamente algo que, en contra de nuestra voluntad, debamos tolerarlo, puesto que simplemente no podemos evitarlo. Si fuese esto lo que pensamos, no habríamos, sin embargo, comprendido en absoluto acerca de qué versa la descripción anterior. Por el contrario, la situación ignotum per ignotius precisamente es el sine qua non de la posibilidad de la psicología. Con decisión metodológica hemos dejado activamente atrás todo anhelo por un referente y sustrato y hemos entrado à corps perdu en el laberinto de espejos o en el océano de imágenes. Sólo si logramos ver los fenómenos psicológicos únicamente como enunciados auto-encerrados y auto-contenidos, como imágenes que sólo se despliegan ellas mismas, como verdades del alma estrictamente auto-suficientes, las hemos apreciado como fenómenos psicológicos en primer lugar. Jung nos enseñó que las imágenes del alma tienen todo lo que necesitan solamente dentro de ellas mismas. No se le debe permitir entrar a nada de fuera que no le pertenece (y esto también incluye las ideas de un referente o de un sustrato); la mente psicológica no puede juguetear con nada de fuera. Es este punto de vista, este principio metodológico, el que únicamente le permite al psicólogo interiorizar absoluto-negativamente los fenómenos psicológicos dentro de sí mismos y así hacer alma.

Notas

34. Para otros campos, hoy en día especialmente para las ciencias del cerebro, hay por supuesto alguna “estructura” detrás de la fenomenología, y la hay legítimamente. Pero aún están operando con la unio naturalis. Ven desde fuera. No han entrado en el punto de vista del “laberinto de espejos” de la psicología.

34-2. N. del T. Cf. la cita de Jung en la presente obra, pp. 81-82: “Para volver a la estructura psíquica que proyecta las imágenes o hace “afirmaciones metafísicas”, no sabemos en qué se asienta. Sólo sabemos que algo está ahí. Desde esto podemos postular que más allá de la estructura psíquica hay algo—un sustrato, una ousia—acerca de la cual es imposible en principio hacer ninguna afirmación porque ello sólo sería otra concepción. (Letters 2, p. 372, a Bernhard Lang, 14 de junio de 1957)

34-3. N. del T. Cf. en la presente obra, p. 57, W. Giegerich: “En psicología como disciplina o ‘ciencia’ (uso por ahora esta palabra de hecho inapropiada) moderna las ideas metafísicas no pueden tener lugar. La psicología puede estudiar ideas metafísicas, pero no puede aceptarlas como su propia teoría. La psicología no puede trascender los límites del mundo fenoménico o empírico; no puede saber nada último o absoluto. Para ella, la consciencia no puede ser al mismo tiempo consciencia y ontología.” Y pp. 58-59: “Jung lo dijo brevemente, usando la idea de Dios como ejemplo: “Dentro del marco de los eventos psíquicos encuentro el hecho de la creencia en Dios. Se dice: ‘Dios es’. Este es el hecho con el que estoy preocupado. No estoy preocupado con la verdad o no verdad de la existencia de Dios. Únicamente estoy preocupado con el enunciado, y estoy interesado en su estructura y comportamiento” (Letters 2, p. 570, a Robert C. Smith, 29 de junio de 1960). A lo que Jung se refiere como “el enunciado” no debe ser tomado en el sentido de enunciado acerca de alguna realidad, ni como información acerca de un referente externo, sino por el contrario como auto-contenido y encerrado dentro de sí mismo, auto-referencial, una verdad psicológica particular en su propio derecho. Jung sólo está interesado con su propia estructura, como él enfatiza. Los fenómenos psicológicos como “enunciados” significan para la psicología exclusivamente ellos mismos, sus propios contenidos. No apuntan a nada fuera de ellos mismos, no versan acerca de ninguna cosa real, como la mayoría de nuestros enunciados en la vida diaria o en los textos científicos. Versan, por decirlo así, sólo acerca de sí mismos. Junto con el referente externo desaparece el interés entero por la cuestión ontológica.”

35. Ver James Hillman, “The ficción of Case History—A Round with Freud”, en: idem, Healing Fiction, Barrytown, N.Y. (Station Hill Press) 1983, pp. 1-49, aquí pp. 12 ff.

35-2. N. del T. Cf. en la presente obra, pp. 88-89, W. Giegerich: “Mientras hacemos psicología no podemos precisamente imaginar nuestro hacer como siendo nada más que la producción de nuevos fenómenos psicológicos, nuevas imágenes y concepciones. Pero por supuesto, lo que el psicólogo dice, incluso donde él hace su mejor esfuerzo y es claramente profesional, es sin embargo “incluso otra concepción”. Su “explicación de lo psíquico” ciertamente no es “otra cosa que el proceso viviente de la psique misma”. Sin embargo, y esta es la distinción crucial, es sólo tal proceso viviente auténtico del alma objetiva misma (el hablar del alma acerca de sí misma) si él precisamente no da rienda suelta a los procesos psíquicos en él, sintiéndose libre de producir simplemente fantasías e ideas por su cuenta mientras trabaja con el material dado. Porque el resultado de esto sería completamente subjetivo. Serían ideas que en ese momento surgieron en él como el individuo privado que es. No sería precisamente el alma expresándose a sí misma, sino el capricho de la ego-personalidad con todos sus rasgos personales, preferencias, desagrados, prejuicios basados en la historia biográfica contingente de la persona. Esto, también, sería ciertamente “el proceso viviente de la psique”, pero precisamente de la psique en el sentido terminológico como subjetividad indiosincrásica, personalística, en contraste a “alma objetiva”.