15.12.14

La muerte de la psicología. Una reflexión acerca de la muerte y el nacimiento de la psicología en la obra de Wolfgang Giegerich

Por Luis R. Orozco, 2014.


“iniciación que significaría una transformación de la conciencia como un todo a través de su descomposición y reconstitución” — Giegerich

En uno de sus artículos, “Una lucecita que llevar a través de la noche y la tormenta”, Giegerich dice: “El siglo de la psicología ha terminado. Se han estrellado las grandes expectativas a las que dio origen la emergencia de la psicología, en particular la psicología profunda o terapéutica, al comienzo del siglo XX”. (1) También en otro artículo dice: “Ahora, al final del siglo de la psicología y en el umbral de un futuro que ya no será psicológico, es tiempo de reconsiderar el proyecto de psicología de C. G. Jung, no parafraseando lo que Jung enseñó, sino a modo de reconstrucción”. (2) La pregunta que se nos demanda entonces es ¿La psicología ha terminado, ha muerto, ha llegado a su fin? Una pregunta que da que pensar, y como ha de ser, una posible respuesta nos la da el mismo Giegerich. Aquí quiero hacer un acercamiento, aunque muy superficial, a esta cuestión.

En esta primera cita, después de aseverar, “el siglo de la psicología ha terminado”, inmediatamente después se dice: “se han estrellado las GRANDES EXPECTATIVAS a las que dio origen la emergencia de la psicología”, (la mayúscula es mía). Ahora quiero utilizar una imagen: Cuando vamos caminando y vemos una pared al frente debemos redireccionarnos, si no queremos estrellarnos. Cuando una motocicleta o automóvil va a muy alta velocidad y se encuentra de frente con un obstáculo (muro, columna, otro auto, etc.) por lo general no hay tiempo de frenar y sucede la catástrofe. En el caso de una tractomula con una carga muy pesada se pueden combinar las dos anteriores, puede ir a muy poca velocidad, ver con antelación el obstáculo y precisamente al tratar de frenar y redireccionar su camino, debido al peso de su carga, terminar volcándose, estrellándose, provocándose la catástrofe. El peso mismo de su carga precipita lo inevitable.

Esta última parte de la imagen parece ser el caso de la psicología profunda en Jung, con sus ideas de proceso de individuación, Si-Mismo, mitologema personal, compensación, búsqueda del “significado”, arquetipos como entes, la importancia del individuo en la balanza de los males del mundo, dioses transformados en síntomas, el inconsciente colectivo dentro del individuo, recuperación del mundo mitológico y metafísico, etc. GRANDES EXPECTATIVAS que en Hillman y su psicología imaginal pretendieron “poner el freno” (para seguir con la metáfora), con su retórica, su visión de la historia como el gran depósito/supermercado de imágenes a nuestro servicio, su politeísmo “en pegatinas”, su “giro del espejo a la ventana” encapsulando el mundo moderno en la burbuja ego-imaginal, sus “dioses ahistóricos”, su queja de que “hemos tenido cien años de psicoterapia y el mundo va peor”, etc., todo esto sin desconocer las grandezas titánicas, tanto de Jung como de Hillman, sino simplemente como nos muestra Giegerich, una y otra vez, señalando a lo que ellos no pudieron ver, dando los pasos que ellos no pudieron dar. Grandes expectativas sobre los hombros de la psicología y del individuo a través de estos pensadores.

¿Qué queda ahora después del estrellón? A veces después de la catástrofe de la tractomula algo de su carga queda en buen estado, lo otro definitivamente hay que descartarlo, ya no sirve en su nuevo estado; en cuanto al vehículo mismo este puede declararse en pérdida total, sirviendo únicamente como chatarra, otras veces se puede restaurar. Giegerich dice, “es tiempo de reconsiderar el proyecto de psicología de C. G. Jung, no parafraseando lo que Jung enseñó, sino a modo de reconstrucción” (3); en Giegerich lo que se ha perdido totalmente es “la carga”, se ha desinflado a la psicología misma de su importancia como salvadora del mundo, al psicólogo como “predicador y evangelizador”, se ha producido la “herida narcisista” de la psicología sobre sí misma y en especial la psicología se ha visto en su mitologema del Héroe Solar pretendiendo una y otra vez la restauración de mundos ya pasados, obsoletos y caducos (el mundo ritual-mitológico y el mundo religioso-metafísico). La psicología ha dejado de darse aires de importancia al comprender que: “…la psicología es una especie de isla o de oasis dentro del mundo moderno, un oasis que da asilo a la antigua lógica metafísica de la identidad, de la cópula … sin embargo un asilo en tanto que reducido a la forma y estatus de un simple enfoque metodológico, no en tanto que un sistema de ontología y de creencias, no como una visión del mundo o doctrina para la humanidad a gran escala. La psicología es metafísica sublada… La psicología no tiene el estatus más alto y la significancia colectiva que lo que tienen un hobby o un pasatiempo." (El resaltado es mío.) (4)

El “vehículo”, la tractomula (el alma/la psicología) se ha RECONSTRUIDO a sí misma, o más bien, lo que sigue “vivo” es el “motor” y ahora en el interior de un “vehículo” completamente nuevo está listo para una nueva “carga”, para la explicitación de la verdad de nuestra modernidad, (opus magnum), para los containers de: la globalización, la ciencia, la tecnología, la publicidad, la bomba atómica, la bolsa de valores, los massmedia, la exploración espacial, la realidad simulada/virtual, el ciberespacio, la industria armamentística, las grandes obras de arte, la política más sofisticada (ONU, OTAN, COMUNIDAD EUROPEA, G7, etc.), pero también para “la carga” menor, (opus parvum), del sueño, el síntoma, la patología, la fantasía, la pequeña obra que es el ocurrir de la psique privada, del individuo atomizado. El mismo Giegerich dice: “No es impensable que el tiempo del análisis junguiano se aproxime a su fin, con lo cual quiero decir que ya ha servido a su propósito histórico, que la vida que había sido su motor interno se haya ido de ello, de modo que todo lo que aún pueda hacer equivalga sólo a una especie de refrito”. (El resaltado es mío.) (5) ¿Y adonde se ha ido este motor? Al alma moderna, a nuestro “mundo” virtual/simulado/artificial: a la “manufacturación de la realidad”. Finalmente el alma ha vuelto a casa a si misma en y a través de la psicología entendida como disciplina de la interioridad. Tiene un nuevo topos y propósito histórico, el propósito de dejar ser al “alma”, de acogerla y comprenderla en su verdad. Lo que ha muerto aquí es la grandilocuencia, la pomposidad de la psicología y tal como Cristo, al “dejar su divinidad” e ir hasta el final, ha sido crucificada, muerta y sepultada, descendiendo a los infiernos y ascendiendo al cielo; en otras palabras, en Giegerich se ha hecho explícito “el entierro/auto-emparedamiento del alma en la civilización tecnológica”. La mente ha tomado conciencia de su vaciamiento (kenôsis) en la realidad, de su Logos hecho carne. Y con “la muerte del significado y el nacimiento del hombre psicológico”, la psicología comprende que su “grandeza”, no es “grandeza” de este mundo, sino que es “grandeza” del “mundo invertido” (Hegel). La psicología se da cuenta que hoy en día pretender ser más que un pasatiempo apasionante, es caer en ideología, esoterismo New Age o psicología pop, en un mundo moderno en el que su máxima LEY es “la ley que hace posible los cuatro valores (y realidades) determinantes de nuestra era: ‘información’, ‘eficiencia técnica’, ‘entretenimiento’ (sensaciones, experiencias emocionales intensas, subidones), y ‘ganancia rápida’. Que son los cuatro medios por los cuales se está realizando el proyecto supremo de nuestro tiempo, el de establecer una existencia absolutamente libre de verdad: el Ciberespacio.” (6)

En una entrevista, Giegerich dice: “Todo tiene su tiempo. No es impensable que el tiempo del análisis junguiano se aproxime a su fin, por lo cual quiero decir que ya ha servido a su propósito histórico, que la vida que había sido su motor interno se haya ido de ello, de modo que todo lo que aún pueda hacer equivalga sólo a una especie de refrito. Sólo menciono ésto como una posibilidad. Si fuera así, acaso la verdad encontrará formas completamente nuevas de expresión en el futuro”. (7) Acaso la verdad, diría yo, ha encontrado YA una forma completamente nueva de expresión, en el pensamiento mismo de Giegerich, en su obra, (descomposición y reconstitución de la conciencia). “Ahora, al final del siglo de la psicología y en el umbral de un futuro que ya no será psicológico” (8), el UMBRAL se ha abierto, la muerte de la psicología se ha producido, (pero de la psicología que tiene un otro fuera de sí), para dar nacimiento a la psicología en su propio y real medio: la lógica, la dialéctica, la Absoluta Interioridad, la negatividad. Hablando metafóricamente, la Obra alquímica del alma/psicología en la historia ha dejado atrás, ha sublado, sus fases de negreo y blanqueo y ahora está en pleno amarilleo. Yendo de los arquetipos como sustancias (Jung), a las perspectivas arquetipales (Hillman), hacia “los diferentes momentos de la verdad” (Giegerich).

“La psicología es una disciplina de Mnemosyne. Su tiempo es el pasado perfecto. No el futuro. El búho de Minerva comienza su vuelvo al atardecer”. (9) La psicología ha nacido a la muerte en la obra de Giegerich. Pero puesto que la psicología solo puede ser hecha por el yo-psicológico, sobre el cadáver del yo-empírico, la psicología siempre es la psicología del muerto-viviente, del no-vivo, o hablando mitológicamente, del daimon, genio, hado o alma. Así entonces la psicología en Giegerich ha muerto para nacer. Es psicología absoluto negativa, lógica, contradictoria, y puesto que el alma/la psicología no es, sino que se hace y siempre de nuevo, la psicología siempre está (dialécticamente) muerta para el yo-empírico a la vez que viva para el yo psicológico.

Dado que la psicología ha nacido al alma/la conciencia (la conciencia de la conciencia), la psicología está muerta desde el arranque, en otras palabras, la psicología nace al inframundo, a su interioridad. Siendo tautológica, auto-referencial, urobórica, la psicología nunca es positiva sino siempre y desde el arranque negativa, lógica, teorética, noética, discursiva. Como en la matanza ritual, del pasado, el alma se mata a sí misma para SER/existir. En la obra de Giegerich se mata a la psicología, o más bien, a una imagen-idea de la psicología, para que la nueva, la metamorfoseada psicología pueda nacer/existir. Es la nueva fase, el nuevo estado-estadio de la obra alquímica, la prima materia destilada/superada/sublada en la “piedra psicológica” que no es la “piedra psicológica” vulgar. Y que sin embargo, en la modernidad, no es más que un hobby, (la labor del concepto), y "sólo en tanto que hobby y pasatiempo tiene su lugar en la vida privada de los individuos, puesto que la psicología tiene su lugar sólo en la interioridad, en rincones escondidos, del alma privada de los individuos. Cuando la psicología pierde su humildad y olvida su carácter de estar sublada (por ejemplo, al clamar tener una realidad inmediata, ‘oficial’, y significancia pública para esta era y para la humanidad a gran escala), se vuelve una ideología, esoterismo New Age, psicología pop." (10)

Así, liberándose de la pesada carga de grandes expectativas humano-sociales, la psicología esta “libre” para interiorizarse dentro de si misma. Dejando atrás toda intención de curar, arreglar, reparar, salvar, mejorar, etc., al individuo o al mundo, queda absuelta para dedicarse a la exclusiva y única tarea de comprender la vida lógica de los “documentos del alma”. La psicología ahora no es más que un “juego del intelecto”.

Positivo-factualmente la psicología profunda ha quedado relegada al gueto, a pequeños nichos segregados por el mundo, y la psicología en general ha devenido, ha sido absorbida por el, prestigio social del conductismo y la neuropsicología, en otras palabras, por las leyes del máximo beneficio y la eficacia técnica. Esto, sin embargo, es la otra cara de la interiorización de la psicología en si misma. La psicología abandona la conducta y las neuronas, como objeto de estudio, para concentrarse, laboriosa, paciente, intensiva y amorosamente, en conocerse a si misma, el gran salto de la semántica a la lógica. Deja de tener una oposición, objeto al frente de un sujeto, para entrar en la dialéctica sujeto-sujeto. La que investiga ahora se investiga a si misma en lo investigado, en sus propias y particulares producciones. Ahora la tarea de la psicología es llevar cualquier fenómeno, (incluso una conducta, teorías sobre neuronas, etc.), a la interiorización en si mismo, liberando a dicho fenómeno en su verdad. La pregunta ya no es, por ejemplo: ¿Cómo quitar o cambiar esta conducta? O ¿cuál es el dios que se manifiesta en la industria armamentística, en la guerra moderna?, sino que muy sobria e inteligentemente se pregunta: ¿qué dice el alma de si en esta conducta? ¿Qué dice el alma de si, en la industria armamentística, en la guerra moderna? Ya no hay otra finalidad que “conocimiento”, la labor del concepto, o hablando alquímicamente, corrupción, fermentación, calcinación, mortificación de la materia, hasta develar, explicitar, su mercurio implícito.

Giegerich dice “el alma es pre-existente” y la psicología al ir a su caza, al “entrar” en lo agreste (La vida lógica del alma. Hacia una noción rigurosa de psicología.) se inicia en la muerte. Dándose caza, matándose a sí misma. La psicología siempre nace de nuevo y por primera vez en la caza/la matanza del alma, en su no-ser de este mundo, del mundo natural positivo-factual y sin embargo SER. Dándose alcance en sus fenómenos. La psicología al llegar hasta el final, se agota a si misma de modos extremos, se sacrifica, porque la vida lógica del alma es un morir en su devenir. Como en los rituales de algunas mafias Yakuza, en los cuales el aspirante a ser parte de “la familia”, se corta un dedo como muestra empírica de su lealtad, muriendo a su antigua vida y familia, para ipso facto nacer a una nueva vida y familia, así el alma, (en la obra de Giegerich), se amputa las grandes expectativas que dieron origen a la psicología. Muriendo a su “objeto de estudio” para nacer al nuevo. Pero el alma, a diferencia del Yakuza, siempre está en el Hysteron – Proteron, en el a priori del a posteriori. Su llegar a ser es un SER desde el arranque.

Al final de su libro La vida lógica del alma, Giegerich dice: “Hay que tocar una última cuestión completamente diferente. Es la cuestión del nombre que debiera recibir la psicología presentada en este libro. ¿Debiéramos llamarla (en lugar de ‘psicología imaginal’ o ‘arquetipal’) ‘psicología dialéctica’ o ‘lógica’? Por supuesto que no. El propósito mismo de este libro ha sido trabajar hacia una noción rigurosa de psicología. Es verdad, la psicología, y ésta es una de nuestras ideas principales, tiene que ser dialéctica, tiene que avanzar al estadio del pensamiento. Pero si es dialéctica y está en el estadio del pensamiento, es psicología llana y simple. Incluir ‘dialéctica’ en el nombre psicología significaría haber cercado ésta psicología. Se habría establecido a sí misma como una variedad de sí misma entre otras variedades. En el momento en que ésto ocurriera, la psicología ya no podría ser verdaderamente dialéctica. La dialéctica significa la disolución, la sublación, de las cercas. La psicología no es tal que pudiera haber muchas variedades de ella, porque cualquier tema particular al que pueda volverse, cualquiera que sea el ángulo desde el cual se vuelva a ello y cualquiera sea la "ecuación personal" de quién esté haciéndola, la psicología siempre es una y la misma cosa: la interiorización absoluto-negativa de cualquier materia prima dentro de sí misma (el sí mismo de la materia prima), dentro de la Noción, del alma. Una Noción, encarnada en Muchos.” (11)

A través de la “amputación”, al decir: “La psicología no es tal que pudiera haber muchas variedades de ella” y al quitar cualquier predicado como analítica, imaginal, arquetipal, dialéctica, lógica, del individuo, social, cognitiva-conductual, humanista, Gestalt, etc., la psicología se absolutiza (se absuelve de toda relatividad que no sea si misma) en su propia interioridad, puesto que la psicología solo puede ser UNA (manifestada en muchos), ya que su predicado, tanto como su sujeto, están dentro de sí misma: psico (alma) – logia (logos).

La conciencia/el entendimiento del alma/de la mente. La psicología en el pensamiento de Giegerich, al dejarse ubicar humildemente en la modernidad, ineludiblemente se encarna en un “universo - atómico”, es una e indivisible, a la vez que múltiple e infinita en los momentos o manifestaciones de su verdad, la oposición mono - poli desaparece en la dialéctica de su interioridad.

¿Pero es psicología llana y simple, la psicología en el pensamiento de Giegerich? No lo creo; psicología SI, pero ni llana, ni simple, porque aunque el mismo Ezkenazi (12) insistiera, una y otra vez, que la psicología en Giegerich es transparente, también lo es, que esta “transparencia” es de un refinamiento y una profundidad tal que se oscurece a sí misma. Cuando Giegerich dice: “Jung no concibió su psicología como algo para las masas. Apuntaba a una elite.” (13) Esto inmediatamente se vuelve sobre el propio Giegerich, no como individuo o persona, sino en tanto pensador/psicólogo, la psicología en Giegerich sigue apuntando a una “elite”, más aun que Hillman. Apunta a una “Elite”, no porque él se lo proponga, sino porque la psicología se ha potencializado y refinado a si misma exponencialmente de un modo inimaginable y por ello solo pensable; la labor del concepto y la actitud metodológica en la psicología de Giegerich, es como en el entrenamiento del personal del ejército, la marina, la armada o la fuerza área, que aspiran ingresar a las “fuerzas de Elite”; solo los más capacitados, los mejores entre los mejores llegan a pasar las pruebas de admisión, logran “entrar”. Solo con esfuerzo, ¿esfuerzo? ¡SI ESFUERZO!

Para el caso de la psicología, es el “estado del arte” que ha alcanzado el alma, es la complejidad misma de los temas (algunos abordados en la obra de Giegerich) la que rechaza o admite al aspirante, al adepto, al candidato, a la iniciación. Sin embargo Giegerich aclara: “La literatura psicológica, en mi opinión, no tiene otro propósito que educar o cultivar la mente del psicólogo, del psicoterapeuta. A parte de un conocimiento abarcador acerca de la fenomenología de la vida del alma tal como se manifiesta en la historia de la humanidad, el entrenamiento de los candidatos debiera ser una mayor diferenciación de su mente: ¡procesamiento de la mente! La mente necesita aprender a hacer fácilmente los movimientos lógicos complejos y dialécticos que se requieren para que un entendimiento sea verdaderamente psicológico y si el nivel lógico del alma ha de ser alcanzado en algún momento. Necesita adquirir categorías y formas de pensamiento verdaderamente psicológicas, y una práctica cabal trabajando con ello. El candidato no tiene que aprender, y no debiera aprender, trucos técnicos con los cuales apresar los fenómenos psicológicos. Las ideas y los conceptos que se presentan en la literatura psicológica no debieran ser herramientas que el practicante entonces pudiera aplicar para poner los fenómenos en cajas; no debieran ser usados como trampas. El conocimiento acerca de los procedimientos técnicos no es lo que cuenta.” (14)

En otro artículo, haciendo referencia al género, la sexualidad, el feminismo, etc., Giegerich dice: “El alma ya no tiene interés ni pretensión sobre estas actividades. Nuestra vida amorosa y nuestras relaciones personales, tan importantes como todavía son (o incluso lo sean más) para el ego, en otras palabras, subjetivamente, psicológicamente son ‘trivial pursuit’, como si dijéramos; desprovistos de cualquier dignidad mítica, religiosa, o metafísica y, por lo tanto, desprovistos de cualquier limitación psicológica (no personal). Ya no hay nada en estos temas que importe al alma. Son parte de lo humano, demasiado-humano, y tan sólo eso. El numen ha emigrado de ellos”. (15) El “numen/motor” ha emigrado, se ha “desplazado” a la tecnociencia (16), la actividad presente en el “taller de la fantasía que crea realidad cada día” (17), dejando en la carretera esa “carga” del individuo factico-positivo y sus problemas sentimentales, emocionales, existenciales, religiosos, laborales, de rol, de género, etc., dejándoselos a la antropología, la sociología, la teología, la política, la educación, etc. o más bien, “es cuando el alma ha dejado los temas de género, por ejemplo, que imponían una limitación lógica sobre el individuo, que ahora la psicología puede ser, también. Freud, por ejemplo. Es decir, cuando el alma abandona estos temas de interés que se han enumerado, lo más subrayable que acontece, es: la aparición de la psicología, con su foco, por supuesto, en el interior (positivizado) del individuo. Al menos esta es una cara. La otra cara es el reconocimiento de la dinámica del alma, reconocimiento de ella por ella, a través del individuo emancipado del alma. Dos caras de lo mismo.” (18)

El alma se ha “cargado” a si misma en el “puerto” sintáctico/lógico del devenir histórico-cultural con nuevos fenómenos “numenicos”, o mejor dicho, crea performativamente, día a día, estos fenómenos, esta semántica que a su vez modifica, urobóricamente, al “puerto-vehículo” (sintaxis) mismo. Una performacion dinámica, compleja, abstracta y altamente sofisticada. Pero “pecaríamos” de inocentes si creyéramos que todo ha cambiado a excepción del “motor”, todo lo contrario, lo que ha cambiado en sí mismo es el “motor” y con ello el “vehículo”, la “carga”, la “autopista”, el “taller” y el “puerto”. Lo que ha cambiado es la constitución lógica de la conciencia como un todo, la sintaxis, no debido a la obra de Giegerich, sino al contrario, puesto que la constitución del alma ha cambiado, se ha transfigurado; ahora la psicología toma conciencia de lo que le ha ocurrido en su metamorfosis, en el “crash-cash”, en el “trauma estético de lo real”, en “la zona de catástrofe”. El ave de Minerva siempre vuela al atardecer.

En su artículo “Alma y Mundo” Giegerich dice: “La ciencia no trasciende nuestro encapsulamiento en el lenguaje y en las imágenes. No nos lleva más cerca de la esencia de las cosas. Más bien, (de maneras posiblemente demasiado extremas) extiende nuestro lenguaje (por ejemplo, ¡las matemáticas!) y así la experiencia de vida tan específica del animal humano. Extiende esta experiencia más allá de la forma y dimensión natural del animal humano, incluso más allá de la biosfera hacia regiones absolutamente hostiles a la vida (el espacio exterior, la física nuclear, la nano tecnología, etc.), por encima de todo más allá de la Intuición. La física más moderna ya no observa y analiza fenómenos, sino que para obtener sus ideas finales experimenta con ‘fenómenos’ de segundo-orden, si no de tercer-orden, concretamente con ecuaciones matemáticas artificiales (por ejemplo, el trabajo de Stephen Hawking).” (19) Para “ver” la ciencia de esta manera, sin juzgar moralmente, ni querer cambiarla, ni alabarla, sino alcanzando un nivel de comprensión como este, la psicología se tiene que haber superado, sublimado, destilado, de un modo “tremendum”. Con Jung, Hillman, Hegel, Nietzsche, Heidegger, Heino Gertz, entre otros, la sofisticación de la psicología en Giegerich ha pasado de “Newton a Einstein y de este a Hawking”; tanto que podríamos decir, modificando el dicho de Hillman “los jungianos son gentes de segunda con mentes de tercera”, que un “gigerechiano” bien puede ser “gente de segunda e incluso de tercera, pero inevitablemente ha de ser una mente de primera”, ha de ser digno de un “cuerpo de Elite”. Precisamente el regreso de la psicología a su propia casa, nos sitúa, nos baja a tierra y nos para frente al umbral, el umbral de un mundo sumamente refinado, complejo, sofisticado, paradójico, postmoderno, etc. Un mundo de teorías de las supercuerdas, del big-bang, de nanotecnología, de viajes espaciales, de evolución de las especies, de relatividad, de genoma humano, de informática, de massmedias, de economía postcapitalista-financiera, de ciudades globales, etc. Por más de doscientos años ya el “motor”, el alma objetiva, el espíritu de y en lo real, ha estado en el nuevo “vehículo” rodando por las autopistas del devenir histórico-cultural, del nuevo ser-en-el-mundo-tecno-científico y con todos nosotros abordo.

Pero es en la obra/pensamiento de Giegerich, que la psicología, recién abre sus ojos al mundo que hace rato estaba frente a ella; con Giegerich se abre el claro, se da la apertura, se ve el umbral, el alma se propina a si misma el hachazo y da caza a su nueva verdad, en la matanza superada-sublada de sus artículos: “El significado de nuestro problema nuclear para la psicología analítica y de la psicología analítica para nuestro problema nuclear”, “La función de la televisión y el problema del alma”, “La World Wide Web desde el punto de vista de la vida lógica del alma”, “La fabricación del tiempo”, “El final del significado y el nacimiento del hombre”, “Irrelevantificación o: acerca de la muerte de la naturaleza, la construcción del ‘arquetipo’ y el nacimiento del hombre”, “¡Dios no debe morir! La tesis de C. G. Jung sobre la unilateralidad del cristianismo”, etc., el alma se mata a si misma en tanto “ego-psicología”, mata su inocencia, “se abre la puerta” y podemos leer en el dintel, en palabras modernas: “welcom to the jungle”, bienvenidos a la psico-logía. El Rey ha puesto la tarea en la montaña de cristal, queda todo por hacer, (para aquellos que amen el tema, obviamente). Como dice Giegerich mismo: “La psicología y la vida tienen en común el tener que recurrir a lo que ha sido llamado ‘la ingeniería sobre la marcha’. Como la vida, la psicología es un hacer y una auto-reflexión a la vez y al mismo tiempo”. (20)

No obstante, esto ha sido “visto” en una obra que recién tiene 40 años. La verdadera psicología, una psicología tautológica, una psicología de la interioridad, que ha COMPRENDIDO que no tiene un “exterior” a si misma, que el otro, la otredad es siempre y de nuevo su propia e interior otredad, apenas comienza a dar sus primeros pasitos, como en la saga islandesa del hijo remolón que finalmente agita, arroja y sigue su lanza. El “vehículo”, la psicología/el alma, con su nueva “carga” y sus psicólogos abordo, emprende su viaje, ahora consciente de que “es verdad, la psicología, y ésta es una de nuestras ideas principales, tiene que ser dialéctica, tiene que avanzar al estadio del pensamiento”. (21) Como ha mostrado Giegerich, se ha producido el final del significado, del sentido, pero ipso facto ha nacido el Homo Totus, el alma, la psicología, el hombre psicológico desnudo ante lo abierto.

Como se puede ver en las dos citas de Giegerich con las que ha comenzado esta reflexión, Giegerich se refiere a “el final”, no habla de muerte; sin embargo “la muerte”, (que no es muerte literal sino lógica), está implícita en toda la obra de Giegerich. Muerte aquí hemos de comprenderla como en la alquimia cuando una fase de la obra llega a su final dando apertura o nacimiento a una nueva fase, con lo cual lo muerto no queda “tirado en la carretera como un cadáver”, sino que se subla, se conserva, pero superadamente en la nueva verdad o estado/estadio de la materia encerrada herméticamente en la retorta. Como en la matanza sacrificial de los pueblos antiguos, donde el nuevo sacerdote sacrificaba al anterior, o donde siempre se sacrificaba al animal totémico pues este era el propio dios o antepasado primigenio del clan o tribu, y en este acto y a través de él, la muerte literal era superada/sublada por la arquetipal o lógica. El individuo positivo moría si, pero el dios o el antepasado re-nacía.

Así, con Giegerich decimos: “Sólo podemos hablar del nacimiento psicológico del hombre una vez que el concepto existente, en tanto que concepto, también haya nacido” (22). El alma anhela ser conocida, ser explicitada en su verdad, pero el alma no es, no existe, no está hecha ya; el alma/psicología se hace a si misma y siempre de nuevo en el ver-a-través de sus creaciones. “Eterna re-creación de la mente eterna” (Goethe). Como en Acteón la “labor” de la caza apenas comienza. Y con Dante leemos:

“DEJAD, LOS QUE AQUÍ ENTRÁIS, TODA ESPERANZA. Estas palabras de color oscuro vi escritas en lo alto de una puerta; y yo: «Maestro, es grave su sentido. » Y, cual persona cauta, él me repuso: «Debes aquí dejar todo recelo; debes dar muerte aquí a tu cobardía.”
“Rompió el profundo sueño de mi mente un gran trueno, de modo que cual hombre que a la fuerza despierta, me repuse; la vista recobrada volví en torno ya puesto en pie, mirando fijamente, pues quería saber en dónde estaba.”
“Digo, para seguir, que mucho antes de llegar hasta el pie de la alta torre, se encaminó a su cima nuestra vista, porque vimos allí dos lucecitas, y otra que tan de lejos daba señas, que apenas nuestros ojos la veían.”
“Siguió entonces por una oculta senda entre aquella muralla y los martirios mi Maestro, y yo fui tras de sus pasos.”
“Era el lugar por el que descendimos alpestre y, por aquel que lo habitaba, cualquier mirada hubiéralo esquivado.”
“Neso no había aún vuelto al otro lado, cuando entramos nosotros por un bosque al que ningún sendero señalaba. No era verde su fronda, sino oscura; ni sus ramas derechas, mas torcidas; sin frutas, mas con púas venenosas.”
“«Mira la bestia con la cola aguda, que pasa montes, rompe muros y armas; mira aquella que apesta todo el mundo. » Así mi guía comenzó a decirme.” 
DIVINA COMEDIA


Notas

1. W. Giegerich, “Una lucecita que llevar a través de la noche y la tormenta. Comentarios sobre la situación actual de la psicología junguiana”, 2004.

2. W. Giegerich, “La huida al inconsciente. Un análisis psicológico del proyecto de psicología de C.G. Jung”, 2000.

3. Ibid.

4. W. Giegerich, ¿Qué es el Alma?, cap. “El yo psicológico”, p. 307, 2012.

5. W. Giegerich, “Amar las preguntas mismas”, 2010.

6. W. Giegerich, La vida lógica del alma. Hacia una noción rigurosa de psicología, nota 262, 1998.

7. W. Giegerich, “Amar las preguntas mismas”, 2010.

8. W. Giegerich, “La huida al inconsciente. Un análisis psicológico del proyecto de psicología de C.G. Jung”, 2000.

9. W. Giegerich, ¿Qué es el Alma?, cap. “El yo psicológico”, 2012.

10. Ibid.

11. W. Giegerich, La vida lógica del alma. Hacia una noción rigurosa de psicología, 1998.

12. Enrique Ezkenazi, filósofo y psicólogo, asiduo divulgador y profesor de la psicología profunda, que en sus últimos años se dedicó a la traducción y enseñanza de la obra de Wolfgang Giegerich para los hispanohablantes.

13. W. Giegerich, “Amar las preguntas mismas”, 2010.

14. W. Giegerich, La vida lógica del alma. Hacia una noción rigurosa de psicología, 1998.

15. W. Giegerich, “El ‘descuido patriarcal del principio femenino’: una falacia psicológica de Jung”, 1999.

16. Por tecnociencia entiendo la suma de ciencia-tecnología-industria-capitalfinanciero-massmedias, el modo-de-ser-del-hombre-moderno. El cual tiene sus diferentes fases del Opus, de la revolución industrial a la revolución electrónica, y de está a la revolución informática.

17. Introduzco esta metáfora aludiendo a la idea de Jung de “la psique como fantasía que crea realidad cada día”.

18. Alejandro Bica, en una observación a este artículo a través de correo electrónico.

19. W. Giegerich, “Alma y Mundo”, 2012.

20. W. Giegerich, ¿Qué es el alma?, Introducción, 2012.

21. W. Giegerich, La vida lógica del alma. Hacia una noción rigurosa de psicología, 1998.

22. W. Giegerich, “‘Irrelevantificación’ o: acerca de la muerte de la naturaleza, la construcción del ‘arquetipo’ y el nacimiento del hombre”, 2006.